Sueños nocturnos. Se deja caer sobre un sillón y cierra los ojos abandonándose a los pensamientos de las últimas semanas. En su mente, trajes blancos cruzados por cinturones de colores, saludos marciales y patadas giratorias volando a gran velocidad por el aire, respiraciones lentas tras mentes cerradas. Como imágenes sucesivas aparecen lugares: el curso del canal deslizándose lentamente entre los árboles, el parque cuesta arriba con gente paseando, un segundo más tarde perros labradores solitarios bajo la niebla. Ahora es la cara del camarero mestizo la que aparece, con gesto contrariado que va poco a poco tornándose en una sonrisa cómplice, chicas bailando al ritmo de canciones de otros climas. Una sala de luz azulada, columnas rodeadas por adornos coloniales; y allí en un lugar de la barra, los ojos rasgados de Iseul mirándole muy adentro, en el fondo del corazón. Después de unos instantes abandonado al recuerdo de esta última imagen, con la que casi pierde la consciencia para acoge