Niebla en el corazón.





Va subiendo cuesta arriba, la niebla parece abrirse un poco, aunque la humedad sigue metiéndose en los huesos. No se ve a nadie por la calle, gira hacia atrás y, Alberto y su perro ya se han quedado perdidos en la niebla. Solo se ven los focos redondos y amarillentos de un coche que se acerca. El coche pasa cuesta arriba, hasta que el rojo difuso de sus pilotos traseros se pierden en la noche.

Es la neta, se dice, esta noche las calles están tan frías como el alma.

Fantasmas del pasado que vuelven para susurrar al oído de los vivos.  

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