SUSPENSE...



 La luz de sobremesa se queda encendida en el salón mientras se dirige al dormitorio, entra a oscuras y se acerca a la ventana para bajar la persiana. Suelta la correa de la persiana sin llegar a moverla al ver allá abajo, en la penumbra de la plaza Alcobendas, una sombra parada, una silueta negra bajo los soportales de Nuestra Señora de La Paz. Mira en otras direcciones, parece que no se ve a nadie más. Desde allí arriba y, en la penumbra de la calle, no se puede distinguir ningún rasgo; la silueta no se mueve lo más mínimo. Se queda detrás de la cortina mirando la sombra, asegurándose de no delatarse en el marco de la ventana.

Pasa el rato y la inmovilidad de la sombra es total, quizás es una ilusión óptica, un reflejo urbano que dibuja una zona oscura asemejada a una persona.

Ya está por volver a tirar de la correa para bajar la persiana cuando algo ocurre allá abajo, la sombra se ha movido, está casi seguro...

Sombras del ayer.   

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